Cierta mañana en que la mamá estaba
plantando pensamientos, salió Pedrito y le dijo:
–Voy a ir al bosque a darles maní a las ardillas.
–Muy bien – repuso la mamá y siguió plantando.
Pedrito se fue con el maní en el bolsillo; bajó la
colina, pasó por la laguna y llegó al bosque, pero no encontró ninguna ardilla.
–Ardillitas, tengo tres maníes para ustedes.. Pero
ninguna se acercó.
Siguió andando hasta que llegó a la mitad
del bosque. Todo estaba muy tranquilo; fuera de Pedrito, no había nadie.
Parecía que todos los animalitos estaban dormidos. De repente oyó un ruido. Era
el viento que jugaba con los árboles; el agua del arroyo que jugaba con las
piedras..¡nada más!.
De repente frente a él... «plop», miró y vio a una
ardillita de color gris que había bajado de un árbol. Se colocó delante de
Pedrito y, sentada sobre sus patitas traseras, lo miraba con sus brillantes
ojos negros.
–¡Por fin llegaste, ardillita! Te he traído tres
maníes.
Sacó de su bolsillo un maní y se lo pasó a la ardilla
que lo cogió con sus patas delanteras, lo abrió y se lo comió. Pedrito le lanzó
el segundo, y se lo comió de la misma manera. Después de un rato le ofreció un
tercero, que la ardilla tragó con mucha rapidez.
–Este es mi último maní- dijo Pedrito, no tengo más.
Pedrito puso su mano en el bolsillo para indicarle que
ya no le quedaba más, pero la ardillita no podía comprender lo que Pedrito
quería decirle, pensó que Pedrito ponía las manos en el bolsillo para sacar más
maní y por eso esperó. Cuando se cansó de esperar saltó hacia Pedrito para
decirle que quería más.
¿Y qué creen ustedes? Pedrito tampoco comprendió lo
que el animal quería. Asustado, corrió a la casa, seguido de cerca por la
asustada ardilla, que creía que se arrancaba con el maní.
–¡Mamá! ¡mamá! – grito
Pedrito – ¡La ardilla me alcanza!
La mamá apareció entre los
pensamientos y vio a Pedrito corriendo muy ligero, seguido de la ardilla.
–¡Es una ardilla muy grande, mamá!-
gritó Pedrito- ¡Oh , me alcanza!- añadió, muy asustado.
La mamá corrió hacía él y lo tomó en
sus brazos, diciéndole:
–No te asustes Pedrito; date vuelta y
mira.
Pedrito se calmó y , mirando hacia
atrás, vio a la ardillita que, parada en sus patitas, pedía más maní.
La mamá riéndose le preguntó:
-¿Es una ardilla grande?
Y Pedrito miró y miró, muy extrañado,
le contestó:
–Si es sólo una
ardilla chiquitita–
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