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viernes, 30 de noviembre de 2012

INSTRUCCIONES PARA SUBIR UNA ESCALERA

Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se  repite  en  espiral  o  en  línea  quebrada  hasta  alturas  sumamente  variables.
Agachándose  y  poniendo  la  mano  izquierda  en  una  de  las  partes  verticales,  y  la derecha  en  la  horizontal  correspondiente,  se  está  en  posesión  momentánea  de  un peldaño  o  escalón.  Cada  uno  de  estos  peldaños,  formados  como  se  ve  por  dos elementos,  se  sitúa  un  tanto  más  arriba  y  adelante  que  el  anterior,  principio  que  da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las  escaleras  se  suben  de  frente,  pues  hacia  atrás  o  de  costado  resultan particularmente  incómodas.  La  actitud  natural  consiste  en  mantenerse  de  pie,  los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver  los  peldaños  inmediatamente  superiores  al  que  se  pisa,  y  respirando  lenta  y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada  a  la  derecha  abajo,  envuelta  casi  siempre  en  cuero  o  gamuza,  y  que  salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que  para  abreviar  llamaremos  pie,  se  recoge  la  parte  equivalente  de  la  izquierda (también  llamada  pie,  pero  que  no  ha  de  confundirse  con  el  pie  antes  citado),  y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en ‚este descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños  son  siempre  los  más  difíciles,  hasta  adquirir  la  coordinación  necesaria.  La coincidencia  de  nombre  entre  el  pie  y  el  pie  hace  difícil  la  explicación.  Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegado  en  esta  forma  al  segundo  peldaño,  basta  repetir  alternadamente  los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con  un  ligero  golpe  de  talón  que  la  fija  en  su  sitio,  del  que  no  se  moverá  hasta  el momento del descenso.
Julio Cortázar

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