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lunes, 1 de octubre de 2012

CON DÍAS Y OLLAS VENCEREMOS



RICARDO PALMA SORIANO “El Bibliotecario Mendigo”
(1833 - 1919)
En junio de 1821, apenas un mes antes de la proclamación de la Independencia peruana, el ejército patriota se encontraba en Huaura, al norte de Lima. Las tropas libertadoras estaban ansiosas por empezar a luchar, pero San Martín quería entrar en Lima sin arriesgar a sus soldados en una batalla.
En épocas de guerra, se acostumbra que la gente que pertenece a un mismo bando comparta una contraseña, que es una clave secreta que les permite reconocerse sin peligro.
Pues bien: en esos días, San Martín eligió una contraseña muy extraña para los patriotas: “Con días y ollas venceremos”.
Muy pocos oficiales sabían a qué se refería el general esta contraseña tan misteriosa ¿Cómo se la inventó? Escuchen la historia:
Para poder comunicarse con los patriotas que conspiraban en Lima, San Martín debía enviarles cartas secretas desde Huaura, y recibir sus respuestas.
Pero muchas veces los espías españoles interceptaban a los mensajeros del general. Se enteraban de los planes libertadores y luego fusilaban sin compasión a los mensajeros.
Esto tenía a San Martín muy preocupado: era necesario encontrar un medio de comunicación seguro y rápido.
Un día el Libertador estaba caminando por la calle principal de Huaura, cuando de pronto vio un caserón viejo, donde había un horno de alfarería. Entonces se le ocurrió una idea genial: le preguntó al alfarero si podría fabricar ollas de doble fondo, para enviar escondidos ahí los mensajes patriotas.
¡Ése era un escondite seguro que nadie descubriría!
De inmediato, el alfarero empezó a fabricar las ollas solicitadas.
Cada vez que iba a Lima a vender sus productos, llevaba entre sus ollas y platos de siempre una olla con doble fondo, donde se escondía los mejores secretos de los patriotas.
Los guardias españoles lo detenían en el camino, revisaban sin cargamento, lo interrogaban, pero no se daban cuenta del doble fondo de las ollas. Entonces, el alfarero seguía tranquilamente su viaje a Lima.
El encargado de recibir los mensajes se San Martín en nuestra capital era el sacerdote patriota Don Francisco Javier de Luna Pizarro. Cada vez que el alfarero pasaba por la puerta de su casa, gritaba su pregón: “¡Ollas y platos! ¡Baratos! ¡Baratos!”.
Entonces salía el mayordomo del sacerdote y le compraba una olla. Pero en la siguiente ocasión cuando el alfarero volvía a pasar, el mayordomo salía con la olla gritando: “¡Oiga usted, ladronazo, esta olla me ha salido fallada!”. Y el alfarero, sin protestar, se le cambiaba por una nueva.
En la olla vieja volvían las novedades y las respuestas de los patriotas limeños a San Martín. De esta manera fueron y vinieron los mensajes secretos de Huaura a Lima hasta el 5 de julio de 1821.
Cuando, a principios de junio, el alfarero llevó a San Martín la primera olla devuelta por el mayordomo de Luna Pizarro, el general estaba trabajando con los patriotas. Al leer la respuesta de los limeños, sonrió y le dijo a su secretario:
-       Manolito, escribe la contraseña de hoy: “Con días y ollas venceremos”.
Y así fue: el 9 de julio de 1821, el virrey La Serna huyó de Lima, y el 28 de ese mismo mes, San Martín consiguió lo que quería: entrar en Lima sin necesidad de luchar contra los soldados realistas.

5 comentarios:

hola dijo...

Que feo es este cuento! xD

Anónimo dijo...

nope

Anónimo dijo...

que fea esta mrd

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Que feo es el cuento