RICARDO
PALMA SORIANO “El Bibliotecario Mendigo”
(1833
- 1919)
En
junio de 1821, apenas un mes antes de la proclamación de la Independencia
peruana, el ejército patriota se encontraba en Huaura, al norte de Lima. Las
tropas libertadoras estaban ansiosas por empezar a luchar, pero San Martín
quería entrar en Lima sin arriesgar a sus soldados en una batalla.
En
épocas de guerra, se acostumbra que la gente que pertenece a un mismo bando
comparta una contraseña, que es una clave secreta que les permite reconocerse
sin peligro.
Pues
bien: en esos días, San Martín eligió una contraseña muy extraña para los
patriotas: “Con días y ollas venceremos”.
Muy
pocos oficiales sabían a qué se refería el general esta contraseña tan
misteriosa ¿Cómo se la inventó? Escuchen la historia:
Para
poder comunicarse con los patriotas que conspiraban en Lima, San Martín debía
enviarles cartas secretas desde Huaura, y recibir sus respuestas.
Pero
muchas veces los espías españoles interceptaban a los mensajeros del general. Se
enteraban de los planes libertadores y luego fusilaban sin compasión a los
mensajeros.
Esto
tenía a San Martín muy preocupado: era necesario encontrar un medio de
comunicación seguro y rápido.
Un
día el Libertador estaba caminando por la calle principal de Huaura, cuando de
pronto vio un caserón viejo, donde había un horno de alfarería. Entonces se le
ocurrió una idea genial: le preguntó al alfarero si podría fabricar ollas de
doble fondo, para enviar escondidos ahí los mensajes patriotas.
¡Ése
era un escondite seguro que nadie descubriría!
De
inmediato, el alfarero empezó a fabricar las ollas solicitadas.
Cada
vez que iba a Lima a vender sus productos, llevaba entre sus ollas y platos de
siempre una olla con doble fondo, donde se escondía los mejores secretos de los
patriotas.
Los
guardias españoles lo detenían en el camino, revisaban sin cargamento, lo
interrogaban, pero no se daban cuenta del doble fondo de las ollas. Entonces,
el alfarero seguía tranquilamente su viaje a Lima.
El
encargado de recibir los mensajes se San Martín en nuestra capital era el
sacerdote patriota Don Francisco Javier de Luna Pizarro. Cada vez que el
alfarero pasaba por la puerta de su casa, gritaba su pregón: “¡Ollas y platos!
¡Baratos! ¡Baratos!”.
Entonces
salía el mayordomo del sacerdote y le compraba una olla. Pero en la siguiente
ocasión cuando el alfarero volvía a pasar, el mayordomo salía con la olla
gritando: “¡Oiga usted, ladronazo, esta olla me ha salido fallada!”. Y el
alfarero, sin protestar, se le cambiaba por una nueva.
En
la olla vieja volvían las novedades y las respuestas de los patriotas limeños a
San Martín. De esta manera fueron y vinieron los mensajes secretos de Huaura a
Lima hasta el 5 de julio de 1821.
Cuando,
a principios de junio, el alfarero llevó a San Martín la primera olla devuelta
por el mayordomo de Luna Pizarro, el general estaba trabajando con los
patriotas. Al leer la respuesta de los limeños, sonrió y le dijo a su
secretario:
-
Manolito, escribe la contraseña de hoy: “Con días y ollas
venceremos”.
Y así fue: el 9 de julio
de 1821, el virrey La Serna huyó de Lima, y el 28 de ese mismo mes, San Martín
consiguió lo que quería: entrar en Lima sin necesidad de luchar contra los
soldados realistas.
5 comentarios:
Que feo es este cuento! xD
nope
que fea esta mrd
Que feo es el cuento
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